Panamá continúa mostrando un crecimiento económico sólido en comparación con otros países de América Latina y el Caribe. Se espera que en los próximos años, el crecimiento económico en el país se mantenga estable, impulsado principalmente por el consumo privado y la robustez de sus exportaciones.
Según el informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) de octubre de 2024, el consumo privado seguirá siendo un motor clave, beneficiado por las remesas. Además, las exportaciones panameñas han demostrado ser resilientes en un contexto internacional de moderada desaceleración.
A nivel de inflación, Panamá se destaca por mantener un nivel bajo y estable, con una proyección de inflación en torno al 3.3% para el 2025.
Para maximizar su crecimiento potencial, Panamá enfrentará el desafío de mantener la solidez en su política fiscal y promover reformas estructurales que estimulen la inversión y la productividad.
Entre las recomendaciones de política, el FMI destaca la importancia de la consolidación fiscal para reconstruir márgenes de maniobra y la necesidad de invertir en sectores clave como infraestructura y tecnología.
Además, abordar problemas estructurales, como la informalidad y la participación laboral femenina, serán esenciales para sostener el crecimiento económico a mediano plazo.
En resumen, aunque Panamá enfrenta un entorno de riesgos tanto internos como externos, sus proyecciones de crecimiento continúan siendo positivas, con expectativas de estabilidad macroeconómica y bajas tasas de inflación en el corto y mediano plazo.
Recalibrar políticas y avanzar con reformas
Tras sortear con éxito una serie de shocks, la mayoría de los países de la región están convergiendo hacia su (débil) crecimiento potencial. Se prevé que el crecimiento se modere a finales de 2024 y en 2025, al tiempo que se proyecta que la inflación continúe remitiendo, pero gradualmente.
Las brechas del producto y la inflación prácticamente se han cerrado, pero dado que la política monetaria aún es contractiva y que deben fortalecerse las finanzas públicas, es necesario recalibrar más a fondo la combinación de políticas. La consolidación fiscal debe avanzar sin demora para reconstruir los márgenes de maniobra, protegiendo al mismo tiempo la inversión pública prioritaria y el gasto social. Esto contribuiría a normalizar la política monetaria y a afianzar la credibilidad y la resiliencia de los marcos de políticas.