Desde su elección en 2013, el Papa Francisco marcó un cambio de época en la Iglesia católica. Primer pontífice latinoamericano, jesuita y de nombre franciscano, Jorge Mario Bergoglio asumió el cargo con un mandato claro: reformar una institución golpeada por escándalos financieros, abusos sexuales y pérdida de credibilidad.
Viajes, santos y reformas
En más de una década, visitó 61 países, canonizó a figuras icónicas como Óscar Romero y Carlos de Foucauld, y lideró reformas profundas en la Curia romana. También promovió una mayor sinodalidad en la toma de decisiones y alentó el protagonismo de las Iglesias locales.
Resistencias dentro y fuera del Vaticano
Francisco enfrentó resistencias notables, especialmente por su apertura hacia temas sensibles como la acogida de personas LGTB+, el rol de las mujeres en la Iglesia y la descentralización del poder eclesial. Algunos sectores conservadores lo acusan de sembrar confusión doctrinal, mientras que otros lo critican por no ir lo suficientemente lejos en sus reformas.
El peso de la crisis de abusos
Aunque no comenzó con él, la crisis global por abusos sexuales marcó profundamente su papado. Enfrentó casos emblemáticos como el de Chile, donde reconoció errores graves en su respuesta inicial. Promovió protocolos más estrictos y creó mecanismos para investigar a obispos, aunque muchas víctimas y observadores consideran que la respuesta aún es insuficiente.
Trono de Pedro
Su paso por el trono de Pedro deja una huella duradera: la de un pastor que intentó poner a la Iglesia en diálogo con el mundo real, con sus heridas y esperanzas.